episodio 9 – Día ¿?, Lejos de cualquier lugar

Eduardo GuillenPor aquí,

Nexos señaló las escaleras.
Recuerda no hablar ni acercarte demasiado al Hathor o detectarán tu posición. Saldremos de aquí dentro de poco…

Yo aguardaba en silencio, ansioso. Mi mente estaba despejada, pero aún sentía temor. Sin embargo algo en él, quizá la confianza en su misión, me tranquilizaba. Estaba decidido, tenía que ayudarle. Poco antes de cruzar el umbral me observó y aunque no lograba definir su expresión supe que me daba las gracias.

Al bajar las escaleras sentí una fuerte presión en el pecho acompañada de un frío inexplicable. Al dar el primer vistazo al primer piso noté su semejanza a una película de principios del siglo XX terrestre. La luz parecía ser arrancada del lugar y disminuida, pero no en intensidad sino en pureza. Era aquella criatura, el Hathor, la que alteraba la física del lugar. En cada rincón percibía el espacio más pesado e incómodo. Era su corazón, o lo que tuviese en ese lugar, lo que parecía consumir el color. Mi conocimiento era básico pero sospeché que se debía al cambio o manipulación de ciertas frecuencias del espectro electromagnético. Ello me hizo considerar que su presencia no era del todo fija en este plano y que de alguna manera era ayudada por ciertos artefactos que lo mantenían entero, entre nosotros.

Los testigos estaban de pie en filas de diez o más, tres a cada lado. Calculé poco más de sesenta. Todos estaban vestidos de negro, y eran de distintas especies y planetas. El domo entonces resonó con un cántico fúnebre y melodioso:

Al-Hathor, azram
¡Grim-ol desdren! ¡Grim-ol desdren!

Un sonido gutural alargó la última silaba.  Parecía interminable. Luego volvían a repetirlo una y otra vez sin pausa. El lugar apestaba a maldad.

Al-Hathor, inshai al- inshai
¡Grim-ol desdren! ¡Grim-ol desdren!

La figura de aquella criatura era temible y con cada coro parecía aumentar su autoridad. Aún sentada, su tamaño me producía escalofríos. Sabía que ostentaba un poder inmenso, al igual que la oscuridad que encerraba dentro de él.  Aquella conclusión me sorprendió; sin duda, la sangre de Nexos había estimulado mi intuición.

Parecía no tener órganos dentro de su delgadísimo cuerpo. Cada brazo o pierna conservaba la misma forma. Delgados y macizos como las ramas de un árbol cuya copa era una cabeza tubular. Su rostro o lo que asumí era tal cosa, estaba estirado sobre un caprichoso cráneo. Las facciones yacían deformadas, estiradas o absorbidas en dirección a su nuca. Sentado en su trono, lleno de inscripciones que no logré identificar, el Hathor esperaba.  Gracias a mi camuflaje, pude aproximarme, aunque siempre con cautela, logrando ver su piel en detalle.

Fractales. Diminutas copias de sí mismo parecían emerger de su cuerpo, repitiendo cada leve movimiento que su versión más grande realizaba. Recordé entonces que estaba ante un ser que rechazaba la lógica a la que el cerebro humano está acostumbrado. Era una aberración de lo real.  Indefinible como especie, abominable como ser vivo(a).

Al-Hathor, azram
¡Grim-ol desdren! ¡Grim-ol desdren!

En medio de los cánticos, Nexos se aproximó a uno de los lados del salón. Sus pasos parecían anticipar el desastre mientras la ansiedad empezaba a consumir mi cordura. Se detuvo cerca de la línea de protección que formaban los soldados Farsat. El parecido era sorprendente.

De pronto, todos callaron. El Hathor levantó su huesudo brazo y del piso emergió un  ataúd de (b)geo cristal negro de forma trapezoidal. Dentro de este se veía con claridad el joven cuerpo de la hija de Nexos.

Con los brazos ligeramente separados del cuerpo un fino hilo de sangre empezó a manar de sus muñecas. Al caer, esta recorría delgadísimos canales tallados en el piso del salón, imperceptibles a primera vista. Una figura se dibujaba con aquella encendida tinta. Líneas gruesas y delgadas, nodos, unos cerca de otros, algunos grandes y otros más pequeños. ¡Era un mapa! ¡Un mapa estelar!

Aléjate de él. Nexos me comunicó con el pensamiento.

No pudo aguardar más y lanzó su flanza encendida hacia el Hathor. A solo milímetros de su frente, la criatura salió de su letargo y detuvo la lanza con el pensamiento.

(c)Encasquillada … Dijo con una voz s que me produjo un escalofrío.

La flanza explotó llevándose consigo parte el cráneo del Hathor y la piel y extremidades de decenas de peregrinos. Los gritos inundaron el salón. El resto de soldados encendió sus flanzas. Los cristales fulguraban. Sin dudarlo dispararon en dirección a Nexos. Como si fuesen hojas de espadas las flanzas cortaron todo lo que estaba a su paso. Sin embargo, Nexos hizo uso de una agilidad y destreza sorprendentes. Logró esquivar las ráfagas sin problema, anticipando cada movimiento de los guardias, quienes en su intento por detenerlo cortaban en trozos a los ya aterrorizados seguidores.

El Hathor se puso de pie y sus dimensiones alcanzaron los cinco metros. Su rostro empezaba a recomponerse, como la arena que regresa al lado contrario de un antiguo reloj.

Nexos derrotó mano a mano a los guardias. Mientras estos caían presa del dolor, tomó una flanza azul, tipo (d)Paril  y electrocutó a los guardias restantes. Se acercó al ataúd.  Corrí hacia él y observé a los lados. Más lagartos llegaban. Estábamos rodeados. Clavó entonces el arma en el piso y activó al máximo el escudo, encerrándonos dentro del campo protector, junto con el ataúd.

Con su cabeza nuevamente completa El Hathor habló con una voz lítica, y mordaz.

Haai-Hayel

Nexos abrió el ataúd con sus garras. Sanó de inmediato las heridas en las muñecas de su hija y luego la abrazó. Ella permanecía desmayada. El efecto que me había trasmutado había desaparecido durante la confusión. Ellos y yo podíamos vernos. Ahora, tan solo el escudo nos protegía.

Pequeño ¿Qué intentas hacer?

-Abrázala fuerte, y por ningún motivo te separes de ella. Me dijo, mientras miraba fijamente al Hathor.

Ninguno de los 72 se ha atrevido siquiera a retarme en miles de años ¿Y el más joven cree que puede derrotarme?

-El Hathor se acercaba, y a cada paso el campo parpadeaba. Definitivamente, no aguantaría un ataque por mucho tiempo. A solo unos metros el Hathor se detuvo. Luego, los soldados, ubicados al otro lado del escudo, dispararon.

El campo empezaba a vibrar con violencia. El piso se hundía y lo único que se me ocurrió fue abrazar fuertemente a la joven.

Nexos sostuvo con fuerza la flanza ubicada en el centro del campo de fuerza que nos protegía. El escudo brillaba con fuerza, pero Nexos parecía resistir con dificultad. El sonido era ensordecedor. De pronto escuché en mi mente, mientras observaba los ojos de Nexos.

-Eduardo, cuídala y llévala ante Pran.
-¿Pran?
-No tengas miedo. Solo cuídala, ya que yo no pude hacerlo.
-¿Pero cómo?

Eres mío, pequeño. Eres mío, ahora.

Nexos soltó la flanza y nos abrazó a ambos. Una gran explosión fue secundada por silencio y luego, de nuevo, por un fuerte ruido y dolor.

Una nave. El techo blanco y plateado, circuitos hechos trizas. Explosiones. Algunas cerca, otras resonando a lo lejos. Yo seguía sosteniendo a la joven. Mis brazos estaban llenos de quemaduras. Hombres corriendo de un lado a otro, asustados. Cadáveres frente a nosotros. Este no era Landis. Habíamos escapado del Hathor para encontrarnos, frente a frente con la muerte, otra vez.

Eduardo Guillén.
Año 2780

(a) Observación fractal de ciertos objetos o individuos: Este fenómeno era involuntario pero recurrente, era una consecuencia natural al adaptarse al registro humano. Debido a su composición, el observarlos desde una tercera dimensión los hacía inconcebibles para el ojo. Por ello muchos de estos entes fueron representados en la antigüedad terrestre como dioses y diosas monstruosos de numerosos brazos, cabezas y piernas. La confusión había atraído, en su momento, la concepción de seres divinos y antropomorfos.

(b) Geocristal: Cristal hecho de urmesa con características muy similares a las de la turmalina pero con una composición que permite mucha mayor conservación de fuerzas magnéticas. A pesar de tener una apariencia reflectante es un excelente recipiente de energía en reposo y alterador de polaridad. Una vez proyectada luz dentro, este la multiplica y cambia su valor. El mismo es utilizado como generador bajo ciertas condiciones. El cristal de urmesa recibe el nombre de geocristal porque gran cantidad de este mineral era utilizado para alterar polaridades magnéticas enormes, a nivel planetario. Su uso está supervisado y controlado, oficialmente hablando.

(c) Encasquillada: El término encasquillada proviene de la autodestrucción adrede de una flanza. El portador activa o desactiva la función siempre y cuando la afinidad con el arma sea alta. Luego de hacerlo puede lanzarla y funcionará como una granada de mano, pero con mayor exactitud.  Desde un inicio las flanzas son utilizadas para enfrentamientos de largo alcance por soldados Farsat. Debido a su gran tamaño son activadas por presión en dos distintos lugares. El mecanismo tiene manufactura Falcrom, expertos en desarrollo de extensiones motrices y cognitivas. En otras palabras pueden ser activadas con el pensamiento. Muchas flanzas alcanzan gran afinidad con su portador, pudiendo ser atraídas con solo pensarlo, dentro de cierto perímetro. Debido a que ellas requieren fusionarse a nivel celular (ADN), existe la capacidad del rechazo ante uno nuevo. La capacidad de Nexos para utilizar la flanza de otro ser, tan rápido, es casi inexplicable.  Más aún si está encasquillada. A pesar de la gran dificultad que resulta el entrenar con una flanza, el llegar a manejar una con maestría puede hacer a un guerrero, virtualmente, imposible de derrotar.

(d) Paril: Tipo de Flanza que emite cargas eléctricas de alto voltaje. No suele utilizarse para ataques directos a menos que se esté cerca del oponente. Muy útil para crear campos de fuerza si es que posee las especificaciones adecuadas, generando el conocido efecto de la caja de Faraday, a comparación de otras flanzas que requieren de fuerzas combinadas para hacerlo debido a su “naturaleza más ofensiva”.

About Eduardo Guillén - Banischlock

Dicen que tengo imaginación pero muchas veces es la imaginación la que me tiene a mí.
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